La capacidad de gestionar los ingresos y egresos en el hogar constituye una herramienta para lograr la estabilidad económica. El diseño y la aplicación de una estrategia financiera estructurada permiten a las familias sostener sus operaciones diarias y proyectar metas a largo plazo.
El Diario entrevistó a un economista y a dos cabezas de familia para conocer cómo la disciplina en el gasto se convierte en un factor que marca la diferencia entre la consolidación financiera y la inestabilidad.
Para lograr esta disciplina hay que tener en mente los recursos disponibles y la posibilidad de llevar un plan de ahorro que permita a la familia enfrentar posibles eventualidades económicas, por lo que elaborar un presupuesto es el primer paso de control.
Este instrumento registra la totalidad de los ingresos obtenidos y clasifica cada egreso en categorías específicas, para poder observar la dirección del flujo de dinero.
“El presupuesto es el diagnóstico. Si la persona no tiene un conocimiento preciso de la proporción de sus ingresos que se va en cada área de gasto, no puede tomar decisiones informadas sobre dónde puede optimizar. La regla 50/30/20 simplemente sistematiza esa conciencia”, señaló el economista David Ruiz en entrevista para El Diario.

En qué consiste la regla 50/30/20
El experto resaltó que no todos los hogares venezolanos tienen capacidad de ahorro, por ejemplo, para quienes viven del día a día este proceso podría no ser funcional. Sin embargo, conocer la regla 50/30/20 puede acercarlos a mantener un orden en sus finanzas personales.
El sistema consiste en dividir los gastos indispensables de esta manera:
– 50 %: necesidades (gastos fijos): cubre los requerimientos básicos como el pago de la vivienda (si es alquiler), los servicios públicos (electricidad, agua, gas), la alimentación y el transporte.
– 30 % gastos variables: corresponde a los gastos que no son indispensables, pero que mejoran la calidad de vida. Esto incluye suscripciones a medios de entretenimiento, adquisición de bienes no esenciales y los egresos en diversión o comidas fuera del hogar.
– 20 % ahorro: esta porción de los ingresos debería destinarse a crear un fondo de emergencia que brinde a las personas resolver un gasto inesperado o mantenerlo aparte para una meta a largo plazo.
El conocimiento de esta regla ayuda a las familias a revisar los hábitos de consumo, identificar los gastos recurrentes no esenciales, conocidos como “gastos hormiga”, y poder reorientar ese capital hacia el ahorro.

Los “gastos hormiga” en algunos casos se convierten en una salida de dinero inconsciente que terminan por desajustar el presupuesto mensual de una persona. Estos son algunos ejemplos:
– Comprar café, té, refrescos o jugos todos los días.
– Comer afuera o pedir delivery en lugar de preparar los alimentos en la casa.
– Pagos por servicios o aplicaciones que no se usan.
– Tomar servicios de traslados privados para trayectos cortos o que puedan hacerse en transporte público.
– Juegos de lotería o apuestas pequeñas de manera habitual.
Crear un fondo de reserva y pagar las deudas
El economista David Ruiz señaló que antes de cualquier actividad de inversión o gasto de gran magnitud, la primera meta financiera debería consistir en establecer un fondo de reserva o de emergencia.
“Este capital funciona como una cobertura ante la materialización de riesgos imprevistos, tales como la pérdida de ingresos laborales, la aparición de un gasto médico inesperado o la necesidad de una reparación urgente en la propiedad”, explicó el experto.

La recomendación general es que este fondo sea equivalente a los gastos operativos del hogar de tres a seis meses. Ruiz sugiere que el dinero se mantenga en instrumentos financieros de alta liquidez (acceso inmediato) y bajo riesgo (protección del capital) como cuentas de ahorro, aunque ofrezcan una rentabilidad mínima.
Por otra parte, el especialista también destacó que las obligaciones financieras o deudas deben estar al día, para evitar el crecimiento de los intereses (en el caso de las tarjetas de crédito) o el aumento del monto debido al paso del tiempo, la inflación o la tasa cambiaria en caso de que sea en divisas.
“Aunque en Venezuela son pocos los que tienen acceso a una tarjeta de crédito que realmente solvente económicamente a una familia, es importante que todos conozcan cómo debe ser el manejo correcto de este instrumento. Esto implica saber utilizarlo como un medio de pago temporal y pagar el saldo total adeudado antes de que se generen intereses”, acotó el economista.
Para el experto, el método de mayor eficiencia financiera comienza por liquidar la deuda que posea el tipo de interés más elevado, lo que reduce la cantidad total de intereses pagados a lo largo del tiempo. La persona también puede aplicar un enfoque alternativo que consiste en pagar primero las deudas de menor cuantía.
Cultura del ahorro en Venezuela
De acuerdo con la página web de Fundeen, una plataforma de inversión con presencia en varios países, la cultura del ahorro es el hábito constante de reservar una porción de los ingresos, con el objetivo de postergar el consumo y priorizar la capacidad de afrontar imprevistos.

En Venezuela, la aplicación de esta cultura se enfrenta a condiciones complejas debido a la inflación, un fenómeno que reduce el poder adquisitivo de la moneda local, el bolívar.
“Históricamente, en entornos de hiperinflación o alta inflación, la población tiende a priorizar el gasto inmediato o la conversión de valor a monedas extranjeras como método de resguardo. Los venezolanos no suelen tener cultura de ahorro por esta y otras razones, para nosotros el objetivo principal no es tanto que el dinero crezca, sino evitar que se pulverice”, indicó el economista Ruiz.
A pesar del desafío que representa la inestabilidad monetaria para la formación de un hábito de ahorro tradicional, la implementación de metodologías para fomentar esta cultura dentro del hogar ofrece una vía para la estabilidad microeconómica.
Esta aproximación permite a las familias crear una estructura que trascienda la dinámica inflacionaria del entorno, como es el caso de María Linares, una ama de casa quien, al adoptar el sistema 50/30/20, logró convertir la incertidumbre del día a día en una sensación de control financiero.
“Hasta hace poco nos manejábamos con el día a día, sin saber lo que debíamos ni lo que nos quedaba. Alguien me comentó del sistema 50/30/20 y, aunque el 50 % es más alto para nosotros por el alquiler y los hijos, separo al menos un 10 % para guardarlo como ahorro en dólares”, dijo Linares en entrevista para El Diario.
El economista detalló que una vez se establece el marco presupuestario, la acción se puede enfocar en la reducción de los costos fijos y variables, un factor que permite liberar capital sin reducir la calidad de vida ni olvidarse de mantener un fondo de emergencia.

Revisión de los gastos e inversión
El experto consultado agregó que un paso importante es revisar los gastos en servicios y contratos, como las pólizas de seguros, los planes de telefonía móvil y los de televisión por suscripción.
“Las empresas ajustan sus ofertas con frecuencia, lo que permite la renegociación o el cambio a proveedores que ofrezcan mejores condiciones de precio por el mismo servicio”, apuntó Ruiz.
Así como la inversión en tecnologías de consumo bajo (electrodomésticos con certificación de eficiencia) y la adopción de prácticas de ahorro (uso eficiente de la electricidad) impactan directamente en el costo mensual de los servicios públicos.
“El error más grande que cometía en mis finanzas personales era pensar que no ganaba suficiente para ahorrar, cuando en realidad no sabía dónde se iba el dinero. Un día me dispuse a llevar el registro de cada compra y ahora limito un monto fijo para el entretenimiento, con eso he logrado ahorrar cada mes una parte de mis ingresos”, comentó Ricardo Zambrano, cabeza de hogar en Caracas.
Otro factor que el especialista aconseja tomar en cuenta para la gestión financiera óptima es lograr el crecimiento del capital a través de la inversión. Para ello, se debe buscar una actividad adicional que pueda dar rendimientos futuros.
“La gente busca la ganancia rápida y ese no es el objetivo de las finanzas personales estables. La meta es la consistencia y la exposición al mercado durante periodos prolongados para que un negocio, así sea pequeño, funcione. Esperar el momento perfecto para invertir es una decisión menos eficiente que empezar hoy mismo con una pequeña cantidad”, apuntó Ruiz.
Al tomar las sugerencias del economista y conocer los testimonios de dos venezolanos se puede concluir que la solidez de las finanzas personales y del hogar no deriva de un incremento repentino de los ingresos, sino de la adhesión constante a un sistema de gestión económica que prioriza el control del gasto, la protección contra riesgos y el crecimiento disciplinado del capital.
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