El programa Tubazos, transmitido por Laiguana.tv y conducido por el periodista Eligio Rojas, abordó este domingo 20 de abril el caso de Johana Torres, una de las figuras más mediáticas vinculadas a la trama de corrupción PDVSA-Cripto.
“Hoy les traigo una reciente decisión del Tribunal Supremo de Justicia, reunido en Sala Penal, respecto a una de las figuras más connotadas de la trama de corrupción PDVSA-Cripto”, anunció Rojas a su audiencia, refiriéndose a un expediente que antecede al escándalo que estalló en 2023.
El periodista aclaró que esta decisión del máximo tribunal del país se relaciona con una investigación abierta antes de que explotara el escándalo que salpicó a más de 60 personas, entre ellas empresarios, exministros, militares y políticos.
Entre las mujeres detenidas por este caso se encontraba Johana Torres, quien, según explicó el fiscal general Tarek William Saab, fue parte de un grupo de mujeres “captadas para legitimar capitales provenientes de las operaciones paralelas realizadas con el petróleo venezolano”.
Torres se hizo notoria por exhibir su vida de lujos en redes sociales: compartía imágenes en un apartamento en Dubái con vista al Burj Khalifa —el rascacielos más alto del mundo— y publicó fotos de maletas llenas de lingotes de oro. En Caracas era conocida como “la reina de las frutas”, ya que era la imagen del restaurante El Patio VIP.
Rojas reveló que en marzo de 2021, el Ministerio Público abrió una investigación contra Johanna Lisseth Torres Ojeda por presuntos delitos de legitimación de capitales, entre otros. “Esa investigación data del 5 de marzo del año 2021, es decir, un expediente abierto dos años antes de que estallara el escándalo de PDVSA-Cripto. Ya Torres Ojeda estaba imputada por el mismo delito, o uno de los delitos que le imputaron con ocasión de la operación anticorrupción”, indicó el periodista.
Ante esta revelación, Rojas dejó en el aire una pregunta inquietante: “¿Es posible sospechar que ya la corrupción en PDVSA se sabía desde el año 2021?”
Luego de la detención de Torres, se publicó una reseña que resumía la percepción pública sobre su caída en desgracia:
“Así Johanna Torres Ojeda pasó de ‘reina de las frutas’ y anfitriona de El Patio VIP a ‘reina de la corrupción’ petrolera en Venezuela.”
La periodista venezolana Ángela Oraa también recordó su encuentro con Torres durante la reinauguración del restaurante El Patio VIP, ubicado en el Hotel VIP de Altamira —anteriormente propiedad de Tobías Carrero, dueño de Multinacional de Seguros—. Oraa destacó que en aquel entonces, Johana Torres era ya una figura reconocida por su cercanía con personajes del poder y del mundo empresarial.
Por su parte, la periodista Elizabeth Fuentes publicó un reportaje en marzo de 2023 que captó la transformación de Torres con una pluma aguda y crítica:
“Johana Torres: de los trajes con lentejuelas a una braga naranja.
La Reina de las Frutas apareció sin tacones ni maquillaje a esa dolorosa cita con un destino que jamás imaginó. Guapa y apoyada por años, exagerada en sus ambiciones, en un giro digno de Succession, su historia se mezcló con la de ministros, diputados, jueces, presuntos empresarios y prostitutas caras expertas en lavado de dinero”.
Fuentes también mencionó cómo las mansiones del Country Club, que alguna vez pertenecieron a Tobías Carrero y fueron posteriormente expropiadas, lucen hoy solitarias, aunque no abandonadas.
El caso de Johana Torres sigue siendo uno de los más llamativos dentro del escándalo PDVSA-Cripto, no solo por la magnitud de los delitos que se le imputan, sino también por la exposición mediática que ella misma fomentó durante años, en un contexto donde las apariencias de lujo ocultaban una red de corrupción profundamente enraizada en las estructuras del poder venezolano.
Un ascenso meteórico bajo sospecha: lujo, poder y corrupción
Dicen las malas lenguas que en una de las mansiones expropiadas a Tobías Carrero —hoy solitarias pero no abandonadas— funcionaba hasta hace poco el despacho de Hugbel Roa, mitad oficina, mitad ¿casa de citas? A ese lugar acudían con frecuencia las llamadas “muñecas de PDVSA”, como se les conocía en ciertos círculos de poder. Una expresión demasiado generosa, quizás, para referirse a mujeres que, con el prototipo estético de mises frustradas —cirugías plásticas, silicona, keratina y labios artificiales—, servían como carnada perfecta para facilitar operaciones de lavado de dinero vinculado al saqueo de la industria petrolera venezolana.
De todas ellas, solo una ha pasado de las lentejuelas a la braga naranja del Ministerio Público: Johana Torres, la llamada “Reina de las Frutas”, apodo que lució en una valla publicitaria en Caracas en 2021. Para sus allegados, era “La Tusi”. Se le atribuye una historia que mezcla carisma con ambición desbordada: pasó de vender pescado salado y verduras en las calles de Acarigua a recibir contratos millonarios otorgados a dedo para suministrar frutas a escuelas y hospitales en el estado Anzoátegui.
Su ascenso fue impulsado por sus conexiones con altos funcionarios, como el entonces ministro de Alimentación Carlos Osorio y Pedro León, director de la Faja Petrolífera del Orinoco, detenido en 2017 tras ser señalado como líder de una red de corrupción que operó durante más de una década en PDVSA.
“Una serie que apenas lleva un capítulo y ya ha costado más de 3 mil millones de dólares.”
Aunque el escándalo de León no la tocó directamente, Johana Torres siguió operando durante al menos cuatro años más. Se presentaba abiertamente como dueña e imagen del restaurante El Patio, ubicado en el Hotel VIP de Altamira (también expropiado a Carrero). Allí, su empleada doméstica, Marianelyz Hernández Granadino, figuraba como presidenta de la empresa, junto a Johnny Gómez. En la directiva también aparecían Johana y su esposo de entonces, Valmore Guevara.
Ambos eran fundadores de varias empresas proveedoras del programa Mercal, como la Cooperativa La Región y Granos de Maíz. Pero en 2021 todo cambió: Guevara fue detenido y se les incautaron múltiples bienes, entre ellos una avioneta con siglas YV2735 (registrada a nombre de una tía de Johana, Marlin del Rosario Ojeda), armas, municiones, más de 26 mil dólares en efectivo, siete vehículos, un yate llamado “La Cangreja” y dos motos Kawasaki. En su mansión de Lecherías, conocida como “Villa Johana”, también se hallaron pruebas que fortalecieron la acusación.
Las imputaciones contra la pareja fueron graves: legitimación de capitales, asociación para delinquir, ocultamiento de armas de guerra, uso de testaferros y vínculos con sociedades ficticias. Según el Ministerio Público, habían estructurado una red delictiva con lobistas, damas de compañía e intermediarios para obtener contratos ilícitos tanto en PDVSA como en el Ministerio de Alimentación.
A pesar de todo, Torres permanecía en libertad. Las investigaciones apuntan a que su búsqueda fue paralizada debido a sus vínculos con figuras del alto gobierno. En su cuenta de Instagram, @lajoha345, se burlaba del sistema judicial y de la opinión pública, presumiendo el lujo de su vida en Dubái: vistas panorámicas, lingotes de oro decorando la mesa de centro y fiestas con amigas como la diseñadora colombiana @blancarroyo. Esta última intentó desvincularse del escándalo luego de que circulara un video en el que decía: “Esta visita es un sueño hecho realidad… la amo”, refiriéndose a Johana.
La historia de Torres no solo representa el descaro con el que se manejaron fondos públicos, sino también el cinismo con el que algunas figuras implicadas han intentado disfrazar su impunidad de éxito y glamour. Su caso sigue siendo uno de los símbolos más provocadores de la corrupción venezolana contemporánea.
Conexiones peligrosas, lujos y criptonegocios en la trama PDVSA-Cripto
Durante una de las tantas fiestas en el apartamento de Johana Torres en Dubái, un video que se viralizó mostró no solo el lujo excesivo que ella ostentaba, sino también a sus acompañantes. Una de ellas, la colombiana Diana Cañas, aprovechó el momento para promocionar su portal www.10KA.com.co, dedicado a la venta de NFT. “La moda digital ha llegado para quedarse”, aseguraba, añadiendo que el mercado del sector podría alcanzar los 8.500 millones de euros en la próxima década.
Una afirmación llamativa y, a la vez, inquietante, considerando que el caso de PDVSA-Cripto —del cual Torres es figura destacada— tiene como eje precisamente operaciones con criptoactivos utilizados para blanquear dinero proveniente del saqueo petrolero. En un giro digno de Succession, el escándalo terminó arrastrando a ministros, diputados, jueces, supuestos empresarios y, como guinda del pastel, a prostitutas de lujo entrenadas para el lavado de dinero.
Una serie que apenas inicia y ya ha costado al país más de 3 mil millones de dólares. Y el desenlace aún parece lejano, mientras muchas de las “muñecas del petróleo” hacen lo que sea para evitar las bragas naranjas que hoy llevan algunas, y que no permiten lucir el «cuerpazo» que se fabricaron para conquistar el poder.
Entre las publicaciones que se hicieron virales tras el escándalo, destaca una reseña que pone en contexto a Valmore Guevara, pareja de Johana Torres:
“Johana Torres. Es un abogado vinculado con grupos empresariales de Anzoátegui, el hombre detenido el sábado por la DGCIM en Lechería. Valmore Guevara es señalado por lavado de dinero a través del restaurante El Patio VIP. Johanna Torres, su pareja y ‘socialité’ en ascenso, permanece en fuga”.
La conexión entre Johanna Lisseth Torres Ojeda y Valmore Jesús Guevara Rivas data al menos desde 2010, cuando él actuó como uno de sus abogados (tenía cinco) en un litigio en Portuguesa por un inmueble vendido por la empresa Pedagro, cuya legitimidad fue cuestionada.
El lunes siguiente a la detención, el Ministerio Público allanó la vivienda de ambos en Las Villas. Las investigaciones señalan que la pareja utilizaba el salón de eventos del Hotel VIP de Altamira, donde funcionaba El Patio, como fachada para negocios ilícitos. El local fue inaugurado en 2017 y reinaugurado el 11 de diciembre de 2020.
La imagen de Torres había crecido notablemente en los últimos años. Fue usada para proyectar el restaurante y colocada en una valla gigante en la autopista de Caracas, con el título de “La Reina de las Frutas”.
Según el Ministerio Público, se le imputan los delitos de legitimación de capitales y asociación para delinquir, formando parte de una estructura delictiva conformada por testaferros, lobistas, damas de compañía e intermediarios que les permitieron obtener contratos directos con PDVSA.
El blanqueo de capitales les permitió adquirir mansiones en Venezuela y en Estados Unidos, un avión Beech Aircraft (matrícula YV2735, a nombre de una tía), yates, una flota de camionetas de lujo y motocicletas de alta cilindrada. El restaurante El Patio VIP estaba registrado a nombre de su empleada doméstica.
Valmore Guevara también figura como contacto de la Cooperativa Granos de Maíz 6521, R.L., inhabilitada en el Registro Nacional de Contratistas (RNC), con un rango de actividades que iba desde distribución de alimentos hasta desarrollo de software. Además, su nombre aparece vinculado a empresas registradas en Miami, Panamá, República Dominicana y Venezuela, junto a conocidos empresarios del estado Anzoátegui y la propia Torres.
La pareja también mantenía vínculos con los sectores corruptos de PDVSA, específicamente con Pedro León Rodríguez, exdirector de la Faja del Orinoco, privado de libertad en 2017. Según el MP, tanto León como Torres y Guevara eran cabecillas de una red que obtenía contratos fraudulentos a cambio de comisiones millonarias.
Desde el anonimato, también han surgido más revelaciones. La cuenta de Instagram Anonymous Venezuela aseguró que Johana Torres —cuyo apellido antes del divorcio era Guevara— comenzó su participación en el desfalco nacional como proveedora del Programa de Alimentación Escolar en Anzoátegui. Se le señala como socia, testaferro y cómplice del fallecido Aristóbulo Istúriz, con quien habría tenido incluso una relación sentimental.
También se menciona una supuesta amistad con el expresidente panameño Juan Carlos Varela y su esposa, lo cual apuntaría a que la red de conexiones de Torres se extendía fuera de las fronteras venezolanas.
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