La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) confirmó el lunes 17 de noviembre que Venezuela figura en los 10 países de América Latina que competirán por incluir algunas de sus tradiciones en las listas de Patrimonio Cultural Inmaterial.
Entre las postulaciones figura el joropo y fue presentado como una de sus manifestaciones más representativas y como un símbolo de identidad regional en Venezuela.
La candidatura busca que el joropo, en sus diversas variantes, obtenga un reconocimiento internacional que contribuya a reforzar su salvaguardia y su presencia en los espacios culturales del país.
La edición de este año reúne 68 candidaturas de 78 Estados. Entre las propuestas latinoamericanas destaca la primera participación de El Salvador, que busca la inscripción de La Hermandad de las Flores y las Palmas. Bolivia intenta sumar la Festividad de la Virgen de Guadalupe, mientras Chile aspira al reconocimiento de su circo de tradición familiar como parte de sus artes escénicas vivas.
También figuran prácticas vinculadas al conocimiento ancestral, como los procesos constructivos tradicionales presentados por Panamá o la cerámica Ñai’ũpo de Paraguay. Perú propone Sarawja, una expresión musical y dancística aymara, mientras México, Cuba, Argentina, junto con Venezuela, completan la lista con manifestaciones profundamente arraigadas en sus identidades locales.
El proceso de selección de la Unesco

El proceso de selección del Patrimonio Cultural Inmaterial exige que los Estados presenten expedientes detallados sobre la historia, la función social y el estado de preservación de cada manifestación. Cada candidatura debe incluir además un plan de salvaguardia, en el que se expongan medidas concretas destinadas a garantizar su continuidad y fomentar la participación activa de las comunidades portadoras.
Los documentos son analizados por un órgano evaluador compuesto por especialistas independientes en patrimonio cultural, antropología, gestión comunitaria y políticas públicas. Su tarea consiste en verificar la solidez técnica de cada propuesta, así como la viabilidad de los compromisos asumidos por los gobiernos y las comunidades involucradas.
Una vez concluido ese análisis, las candidaturas llegan al Comité Intergubernamental, que se reúne anualmente para deliberar y tomar decisiones. El Comité valora la relevancia cultural del elemento, el grado de implicación de las comunidades en su preservación y la coherencia del plan de salvaguardia, un asunto clave para evitar que el reconocimiento quede en un plano exclusivamente simbólico.
La Unesco insiste en que la inscripción en las listas debe reforzar la protección del patrimonio vivo y no fortalecer dinámicas de explotación comercial o apropiación indebida. Por ello, el organismo recuerda a los países que el reconocimiento internacional implica un compromiso permanente con la gestión responsable de sus tradiciones.
Expectación ante la cita de diciembre
Las decisiones sobre las candidaturas se anunciarán entre el 8 y el 13 de diciembre en Nueva Delhi (India), sede de la vigésima sesión del Comité Intergubernamental.
Diversos gobiernos ven en la inscripción una oportunidad para reforzar el orgullo identitario y avanzar en la documentación y revitalización de prácticas que, en muchos casos, se mantienen gracias al esfuerzo de colectivos locales, agrupaciones artísticas o comunidades religiosas.
Las comunidades portadoras también observan con atención la deliberación, ya que la inscripción suele traducirse en una mayor visibilidad y en medidas de apoyo para talleres, escuelas, festivales o procesos de transmisión oral. En algunos casos, el respaldo de la Unesco ha contribuido a revertir situaciones de fragilidad y a generar proyectos de formación para jóvenes.
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