Aprovechando que los cristianos celebran en estos días su Semana Santa y los judíos la Pascua, y luego de unos días de reflexión, he tomado finalmente la decisión de comunicarme con usted de forma pública, con la certeza de que, si esta carta no llega a usted, numerosas personas sí lo harán, y entenderán lo que nos ha tocado soportar en los últimos meses.
Desde que salimos de Venezuela en el año 2008, para nunca más volver, cíclicamente hemos sido objeto de todo tipo de mentiras, acusaciones, injurias y calumnias, lo que casi nos ha llevado a acostumbrarnos. Sin embargo, desde los últimos meses del año pasado hasta la actualidad, dichos ataques han arreciado con enfermiza intensidad, incluyendo ahora a mi madre, de 94 años de edad, a quien le queda poco tiempo de vida; a mi esposa, a quien han acusado de lavadora de capitales, meretriz, regente de un lupanar, e incluso de encabezar una red de explotación humana; y a mi hijo, víctima de un “patriota cooperante”, es decir, un sapo, de ascendencia libanesa, exinstructor de tiro del SEBIN, quien es, según se afirma, uno de los “cerebros” del llamado “Cártel de la extorsión de Miami”.
Estoy convencido de que, por su conducta, este individuo está enamorado de mi hijo y, al no ser correspondido, ha desatado en su contra la más cruel campaña de descrédito, con la intención de inducirlo al suicidio, como hicieron con José Manuel González Testino. Dios proteja a mi hijo.
Yo soy de los que cree y practica aquello de “verdugo no chilla”, pero en esta ocasión es diferente, porque se han asociado personas que, en teoría, podríamos considerar antagónicas, y algunas de ellas incluso tienen acceso a su entorno.
Desde hace algunas semanas, el reportero Eligio Rojas, quien se presenta bajo el alias de “El Espinito”, se ha dado a la tarea de difundir una narrativa que fue creada y difundida inicialmente por Doña Sebastiana Barráez —a quien usted identifica como alias “La Paraquita”— y su íntimo amigo, el narcotraficante Pedro Luis Martín Olivares.
Se trata de una historia novelesca donde se asegura que yo fui el lugarteniente del narcotraficante Wilber Varela, alias “Jabón”, conocido también por inspirar el personaje del “Cabito” en El Cartel de los Sapos. Ellos insisten en que “Jabón” utilizaba una credencial de la extinta DISIP que, supuestamente, me habría pertenecido y que yo le habría vendido.
De antemano le informo que tal pérdida de credencial nunca sucedió, y reto a cualquiera a presentar una sola prueba al respecto, así como cualquier tipo de vínculo entre mi persona y “Jabón”.
Ahora bien, la línea de tiempo no cuadra:
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Ingresé a la DISIP entre los años 1989 y 1990, durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuando el director era Pedro Arturo Torres Agudo. Egresé a principios del año 1994, ya en el segundo mandato de Rafael Caldera, cuando el director era Rafael Rivas Ostos.
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A partir de 1996 fui asesor de la Cámara de Diputados, designado por el partido político PPT, lo cual fue público y notorio. Esta designación duró aproximadamente dos años. Posteriormente, me convertí en asesor personal del entonces director de la extinta PTJ, José Ramón Lazo Ricardi, desde el año 1998 hasta el último día de su gestión en 1999.
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Luego de que Hugo Chávez asumiera la presidencia de la República, me mudé al estado Anzoátegui, donde fui contratado como asesor por el empresario Umberto Petricca. Allí dirigí Radio Mundial 970 AM y Radio Sonora 89.3 FM en Anaco, tenía un espacio diario en Radio 102.7 FM en Puerto La Cruz (que entonces formaba parte del circuito Kiss FM), y conducía el programa de mayor sintonía en la Televisora de Oriente (TVO): Detrás del Crimen, cuya señal se veía en cinco estados del oriente del país.
Durante todo ese tiempo, escribía una columna diaria, realizaba trabajos de investigación y producía reportajes especiales para Reporte Diario de la Economía. Todo ello fue público y notorio.
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Desde que me radiqué en el estado Anzoátegui, residí en Puerto La Cruz (desde 1999 hasta 2001), año en el que nació mi hijo y nos mudamos al casco de Lechería. Entre los años 2001 y 2003 fui asesor del entonces jefe de la Policía Regional, José Alberto Morales Morales, durante la gestión del gobernador David De Lima.
Durante el paro petrolero y el golpe de Estado contra Hugo Chávez, fui el reportero que cubría las “guarimbas” para TVO, casi todas las madrugadas, durante varias semanas. El 12 de abril de 2002, anuncié a través de Radio Sonora en Anaco y localidades vecinas que Hugo Chávez estaba secuestrado y preso, y que no había renunciado. Mientras tanto, Frasso Solórzano (padre) se encontraba escondido en la casa del entonces alcalde de Lechería, Alexis Ortiz.
Mi cobertura radial de aquellos sucesos le valió al propietario de la emisora, Homero Quiñones, reconocimientos y honores en la Asamblea Nacional, así como, posteriormente, la candidatura oficialista a la alcaldía de Anaco. Cuando Luis Alfonso Dávila era Ministro de Relaciones Interiores, me propuso trabajar en su despacho, pero no acepté.
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En el año 2003 nos mudamos a otro sector de Lechería. Desde que Tarek William Saab fue proclamado candidato del PSUV hasta el día de las elecciones en 2004, fui el reportero de TVO asignado para cubrir sus actividades políticas en el centro y sur de Anzoátegui. Conozco a Tarek William Saab desde que dirigía una oficina de Derechos Humanos en la Alcaldía de Caracas, aproximadamente desde 1993.
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En el año 2004 nos mudamos a la casa de mis suegros, también en Lechería. En 2007 fui quien informó, a través de Reporte Diario de la Economía, sobre la muerte de Wilber Varela en el estado Mérida, así como sobre las circunstancias que la rodearon. Se rumoraba que había sido delatado por Daniel Barrera Barrera, alias “El Loco Barrera”.
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El 2 de junio de 2008, unos sicarios asesinaron al vicepresidente de Reporte Diario de la Economía en plena Avenida Principal de Las Mercedes. Días después, su hermano, Tannous Gerges, me acompañó a declarar ante el Ministerio Público, a petición mía, para brindar testimonio sobre mis sospechas en torno a los posibles planificadores del asesinato de Pierre Gerges, así como sobre la participación de Pedro Luis Martín Olivares en la muerte de Danilo Anderson y las denuncias contra Gustavo Arraiz por varios delitos, entre ellos violencia de género en contra de María Gabriela Chávez.
Dos semanas después, el Ministerio Público allanó mi casa como parte de una investigación por la difusión de unas imágenes que en realidad fueron divulgadas por la señora Emelina Marillo. Nunca se encontró ninguna prueba que me vinculara con tal hecho.
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El 14 de septiembre de 2008 ingresé a Ciudad de Panamá como turista, con pasaporte vigente y con el sello oficial de salida estampado por las oficinas del SAIME en San Antonio del Táchira. Antes de abordar el vuelo —con escala en Bogotá— las autoridades colombianas en el aeropuerto de Cúcuta verificaron mi documentación. No tenía ninguna prohibición de salida ni alerta internacional.
Hasta el día en que allanaron la casa de mi esposa, mantenía una relación amistosa con el entonces gobernador Tarek William Saab. Luego de aquel episodio, decidí no volver a contactarlo para evitarle problemas.
Paralelamente:
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Wilber Alirio Varela Camacho supuestamente había sido funcionario de la Policía Nacional de Colombia, donde habría alcanzado el grado de sargento, aunque no existe ningún registro oficial que lo confirme. De allí proviene su apodo: “El Cabito”. Se dio a conocer como jefe de seguridad y sicarios de Orlando Henao Montoya, cuya muerte fue ordenada por Pacho Herrera Buitrago.
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A partir de finales de 1997, Varela se convierte en uno de los jefes del Cártel del Norte del Valle, el cual terminaría dirigiendo.
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Desde el año 2004 residía en territorio venezolano.
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Fue asesinado en un hotel en las afueras de la ciudad de Mérida el 30 de enero de 2008.
Ciudadano Ministro Cabello:
Me permito plantearle algunas preguntas lógicas, que demuestran la inconsistencia de la narrativa fabricada en mi contra:
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¿Cree usted que Wilber Varela podía usar una supuesta credencial mía, emitida en 1990 con la jerarquía de agente, sin que esta se hubiese deteriorado en 17 años?
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¿Nadie se percató en todo ese tiempo de que la fotografía de dicha credencial no coincidía con su rostro, color de piel, cabello, ojos, etc.?
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¿La DISIP jamás cambió el formato de sus credenciales ni actualizó los controles de seguridad en casi dos décadas?
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¿Realmente cree usted que una figura pública como yo, con más de treinta años de trayectoria, cometería un acto tan temerario y torpe que solo un demente podría pensar que pasaría inadvertido?
Sobre la campaña de difamación:
La tesis inventada por alias “La Paraquita”, Sebastiana Barráez, con la colaboración de su cómplice Pedro Luis Martín Olivares, está motivada por una venganza personal derivada de una pasión amorosa no correspondida. Lo más peligroso de esta situación es la conexión de Barráez con Eligio Rojas, quien, cada vez que tiene oportunidad, retoma esa versión para exponerme al escarnio público.
Esta campaña cuenta con la complicidad de varios medios y plataformas digitales, entre ellos La Iguana TV, el Diario Últimas Noticias, Venezuela News y el comunicador Pedro Carvajalino.
Ante la gravedad de estos ataques, me comuniqué con la señora Indira Urbaneja para solicitar su ayuda en desmentir estas falsedades. Sin embargo, nunca obtuve respuesta, a pesar de que en numerosas ocasiones anteriores me había contactado para solicitar asesoría en temas específicos —algo que, si es necesario, puedo demostrar públicamente.
Acusaciones sin fundamento:
Eligio Rojas ha llegado incluso a calificarme como “el extorsionador más grande del país”. Sin embargo, en más de 30 años de ejercicio como comunicador social, jamás se ha presentado una sola prueba en Venezuela que me vincule con tal práctica. Nunca he sido señalado judicialmente por extorsión, ni existe testimonio alguno que lo sustente.
Manipulación en medio de otras denuncias:
Llama poderosamente mi atención que, justo cuando comenzaron a circular con mayor intensidad las denuncias contra Waldo Rujano Mora, el periodista Rojas intentó también vincularme con una supuesta extorsión contra quien es señalado como presunto testaferro del narcotraficante alias José Hernández Aponte, conocido como “El Ñeñe”, con quien Rujano sí aparece fotografiado, al igual que con la viuda María Mónica Urbina.
Quiero dejar esto absolutamente claro: nunca he estado en ninguna actividad social con narcotraficantes.
Lo que realmente está ocurriendo:
A pesar de los intentos por involucrarme, quienes realmente han intentado extorsionar a Waldo Rujano Mora son miembros del llamado “Cártel de la Extorsión de Miami”, encabezado por el CEO de la televisora EVTV, Carlos Méndez, quien, a través de un fraude, le robó la mayoría accionaria al periodista Oswaldo Muñoz.
Méndez cuenta con la colaboración de peligrosos y conocidos ciberdelincuentes, precisamente los mismos que fungieron como intermediarios en el momento en que, bajo amenaza, me vi obligado a conversar y pactar inicialmente con Indira Urbaneja.
Esta organización delictiva tiene como segundo en la cadena de mando a un abogado de ascendencia libanesa, oriundo de la isla de Margarita, quien ya fue condenado y confesó su culpabilidad ante una corte federal de los Estados Unidos. Se trata del mismo individuo que puede verse en una fotografía ampliamente difundida, de espaldas, con su nombre tatuado en árabe.
Probablemente el más peligroso del grupo es el individuo conocido como “Espaldas”, un proxeneta que ostenta la propiedad de un vehículo valorado en casi 300 mil dólares, adquirido con las lucrativas ganancias obtenidas a través de extorsiones. Este sujeto ofrece servicios exclusivos a figuras como Francisco D’Agostino Casado —para facilitarle diversas fechorías— y al presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, Jorge Andrés Giménez, a quien supuestamente “limpia” contenidos que podrían afectar su reputación en internet. Y no son los únicos.
También cuentan con la participación de un grupo conocido como “Las Muñecas de Ron Santa Teresa”, cuya función principal es la de captar víctimas masculinas y recabar información sensible que posteriormente utilizan como instrumento de chantaje y extorsión.
No es un secreto que, en la intimidad —bajo los efectos del sexo, el licor y las drogas— muchas personas terminan hablando más de la cuenta.
Pero quien realmente mueve los hilos de estas marionetas tras bastidores es Gonzalo Morales Divo, alias “El Gordo”, un conocido estafador internacional, informante del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, excontratista de PDVSA, amigo íntimo de Leopoldo López y Gustavo Guaidó, y mentor del individuo conocido como alias “Justin”.
Este mismo individuo estuvo a punto de engañar al Vaticano, atribuyéndose un falso milagro del médico José Gregorio Hernández, luego de haber sido hospitalizado de emergencia y sometido a un coma inducido para evitar su muerte, como consecuencia de un accidente cerebrovascular provocado por el consumo excesivo de cocaína rosada.
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Venezuela: la oposición interna y externa no tienen escrúpulos
También conforman esta peligrosa organización criminal el fotógrafo Jesús Medina Ezaine, Leocenis García (actualmente preso), Alberto Rodríguez Palencia y el periodista Miguel Ángel Rodríguez.
En la próxima entrega conocerán detalles reveladores sobre la alianza entre alias “Justin” y alias “Karvajalino”, así como el uso de la página web elfarodelmorro.net, que esta mafia opera desde Miami como herramienta para sus extorsiones y campañas de difamación.
Una mentira dicha mil veces
Durante los últimos cinco años, estos ciberdelincuentes han intentado atribuirme la titularidad y el control de una serie de páginas web, creadas con el objetivo de generar confusión, clonar contenidos y luego exigir su desindexación, alegando falsos derechos de autor. También han sido utilizadas para publicar noticias falsas, generar terror y manipular la opinión pública a través de matrices cuidadosamente diseñadas.
Sin embargo, las siguientes páginas son operadas por estos delincuentes informáticos, no por mí:
Ministro, no es la primera vez que alias “La Paraquita” intenta vincularme con algún cartel o narcotraficante. Hace años ya circuló la versión de que yo pertenecía al Cartel de La Guajira, supuestamente bajo las órdenes de Hermágoras González Polanco, alias “El Gordito González”, cuya sobrina, dicho sea de paso, es la actual esposa de Clíver Alcalá Cordones, jefe de la fallida Operación Gedeón.
Actualmente, a Hermágoras González Polanco lo llaman “El General”, y testigos aseguran haberlo visto operando recientemente en la zona de La Guajira.
Precisamente entre 2003 y 2004 Sebastiana Barraez me entregó una fotocopia de la credencial de Inteligencia de la Guardia Nacional que portaba Gonzalez Polanco firmadas por el entonces Coronel Alexis Maneiro, para que yo las pública a través de Reporte Diario de la Economía , ya que a ella le era “ imposible hacerlo en el semanario Quinto Día “. Y por último y no menos importante conocerán todo el entramado para robar al ladrón de Erik Prince y apropiarse de parte del dinero que una serie de incautos donaron para la causa #YACASIVENEZUELA
Pero eso será en la próxima entrega.
Gracias por su atención.
Atentamente JC.
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