Un equipo científico de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, realizó un estudio a gran escala sobre cómo los trastornos alimentarios (anorexia, bulimia o atracón) multiplican el riesgo de problemas graves de salud física y mental.
El estudio, publicado en la revista especializada BMJ Medicine, señaló que los riesgos de padecer afecciones graves, como diabetes, insuficiencia renal y hepática, fracturas y muerte prematura, aumentaron durante los 12 primeros meses tras el diagnóstico y persistieron durante años.
De acuerdo con los investigadores, examinaron información médica de una base de datos del Clinical Practice Research Datalink vinculados a hospitalizaciones y muertes de pacientes con desórdenes alimenticios en un periodo de 20 años.
El análisis incluyó a 24.709 personas, con edades entre 10 y 44 años de edad, que tenían un trastorno alimentario diagnosticado. Cada uno de estos pacientes fue comparado con hasta 20 personas de control, es decir, que no presentaban ningún desorden alimenticio.
Entre las personas con problemas en la conducta alimentaria, el 14,5 % padecía anorexia; el 20,5 %, bulimia; el 5 %, trastorno por atracón; y en el 60 % de los casos, no estaba especificado.

Posteriormente, se realizó un seguimiento de la salud física y mental de ambos grupos durante un tiempo de 10 años. Los hallazgos revelaron un riesgo mayor en la salud física y mental de los pacientes con trastornos alimentarios.
Riesgos de salud física y mental por trastornos alimentarios
La investigación demostró que durante el primer año tras el inicio del análisis, las personas con estos trastornos registraron seis veces más probabilidades de ser diagnosticadas con insuficiencia renal y casi siete veces más de riesgo de padecer enfermedad hepática, que los del grupo de control.
Además, los riesgos de osteoporosis (pérdida de densidad ósea) fueron seis veces mayores; la probabilidad de sufrir insuficiencia cardíaca fue el doble y el de diabetes fue tres veces mayor, en comparación a las personas sanas que se incluyeron en el estudio.
Mientras que los problemas de insuficiencia renal y enfermedad hepática se registraron de 2,5 a 4 veces más después de cinco años de recibir el diagnóstico de un trastorno alimentario.
En el área de salud mental, los riesgos de depresión fueron siete veces mayores, y las autolesiones se presentaron nueve veces más en los participantes del estudio que habían sido diagnosticados con algún desorden alimenticio.
El riesgo de muerte no natural durante los primeros 12 meses aumentó cuatro veces en el grupo de estudio, y los suicidios fueron casi 14 veces mayor en estos participantes.

Recomendaciones de los autores del estudio
Los autores del estudio reconocieron que los registros médicos no permitieron establecer una conexión directa entre la gravedad del trastorno y las muertes, sin embargo, afirmaron que los datos obtenidos sí pudieron comprobar los efectos a largo plazo de los desórdenes alimentarios en la salud física y mental.
El equipo científico recomendó que la atención primaria (el primer punto de contacto del paciente con el sistema de salud) desempeñe un papel más fuerte en el apoyo y el seguimiento a largo plazo de las personas afectadas con un trastorno de conducta alimentaria.
Para lograrlo, los investigadores sugirieron que se comience a implementar un enfoque de gestión más cohesionado entre la atención primaria y los especialistas en nefrología, cardiología, endocrinología y salud mental.
En ese sentido, destacaron que es necesario concienciar a los profesionales sanitarios sobre los efectos de los trastornos alimentarios y la importancia de brindar un apoyo continuo para controlar los síntomas y la recuperación de los pacientes.
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