«He venido a contarles una historia, la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad». Desde el Ayuntamiento de Oslo, en Noruega, Ana Corina Sosa Machado habló en de la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz el 10 de diciembre de 2025 sin leer su discurso, pues lo internalizó y transmitió con la misma emoción de quien debía decirlo originalmente. No solo habló en nombre de su madre, María Corina Machado, sino de todo un país que la escuchaba a través de la pantalla.
La líder opositora, quien durante meses permaneció en Venezuela en la clandestinidad, salió del país para asistir al evento en Oslo, de acuerdo con el Comité Noruego del Nobel y personas allegadas. Sin embargo, complicaciones de seguridad retrasaron su viaje, por lo que no llegó a tiempo para recibir el reconocimiento. Al momento de publicación de esta nota, sus familiares no han podido aclarar cómo fue su escape ni cuándo se incorporará a las celebraciones en Oslo.Tampoco si podrá regresar a Venezuela en el corto plazo.

El discurso de Machado, en la voz de su hija, fue un recorrido por toda la historia de Venezuela. En un momento en que el país abarca titulares y análisis internacionales, sus palabras resumen el pasado democrático de la república y hace un diagnóstico de las causas que la llevaron a la crisis actual.
Reivindica la organización ciudadana y los sacrificios hechos durante las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, y de la represión posterior. Y sobre todo, dedica el premio a todas las personas que han participado en la causa democrática del país. “Esa marcha me trae hoy aquí, como una voz entre millones de venezolanos que se han levantado una vez más para reclamar el destino que siempre les ha pertenecido”, dijo.
A continuación, El Diario resume el discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz de María Corina Machado.
Primera parte: de dónde venimos

Machado se remontó al origen mismo del país para emprender el camino de su historia. Afirmó que “Venezuela nació de la audacia” y de la fusión de los pueblos indígenas, europeos y africanos que le dieron forma a su cultura. También de la gesta independentista que no solo convirtieron a su territorio en una de las primeras repúblicas de Hispanoamérica, sino en una que exportó la libertad a otros países.
“Nuestros antepasados cargaron la libertad sobre sus hombros. Cruzaron un continente entero, desde las orillas del Orinoco hasta las alturas del Potosí, convencidos de que la libertad nunca está completa si no es compartida. Desde el principio creímos en algo tan simple como inmenso: que todos los seres humanos nacen para ser libres. Esa convicción se convirtió en el alma de nuestra nación”, evocó.
Recordó que con la explotación del petróleo a inicios del siglo XX, esa bonanza se tradujo en desarrollo y Venezuela se volvió uno de los países más prósperos de la región. Una nación adelantada en temas como salud pública y educación, destacando las becas Ayacucho que permitieron a muchos jóvenes estudiar en universidades extranjeras para luego traer esos conocimientos de vuelta. También en obras de infraestructura que cambiaron el paisaje rural y fueron vanguardistas en su tiempo.

“Nuestras ciudades se llenaron con el arte cinético de (Jesús) Soto y de (Carlos) Cruz-Diez. Forjamos acero, aluminio e hidroelectricidad, demostrando que Venezuela era capaz de construir todo lo que se atreviera a soñar”, destacó.
Con esa estabilidad política y económica, indicó que el país fue refugio para miles de migrantes que escaparon de las crisis y tiranías de cada época. Mencionó a la diáspora europea de españoles, italianos y portugueses, o a los judíos que sobrevivieron al Holocausto. Incluyó también a los chilenos, argentinos y uruguayos que escaparon de sus respectivas dictaduras militares; y a las comunidades de cubanos, colombianos, sirios y libaneses que se instalaron en el país. “Les dimos hogar, escuela y seguridad, y todos ellos se hicieron venezolanos”,agregó.
Segunda parte: lo que pasó

“Construimos una democracia que se convirtió en la más estable de América Latina, desatando toda la fuerza creadora de la libertad. Pero incluso la democracia más fuerte se debilita cuando sus ciudadanos olvidan que la libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida”, advirtió Machado en su discurso.
Explicó que la concentración de la renta petrolera en manos del Estado produjo fenómenos como la corrupción, el clientelismo y la desigualdad, que sumados a una dependencia de la sociedad al gobierno, socavó sus instituciones y abrió paso para la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999. Desde entonces, aseguró que el “el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia”, con reiteradas violaciones a la Constitución, corrupción de las Fuerzas Armadas, subordinación de los Poderes Públicos, censura a la prensa y persecución de la disidencia.

“La riqueza petrolera no se usó para liberar, sino para someter. Se repartieron lavadoras y neveras en televisión nacional a familias que vivían sobre pisos de tierra, no como símbolo de progreso, sino como espectáculo. Apartamentos destinados a la vivienda social se entregaban a unos pocos como recompensa condicionada a la obediencia”, dijo.
Calificó lo ocurrido en las últimas décadas como un “saqueo histórico” que produjo un colapso de la economía y llevó al 86 % de la población a la pobreza, así como a más de 9 millones de venezolanos a emigrar. “No son solo cifras; son heridas abiertas”, acotó.
“Pero más profundo y corrosivo que la destrucción material fue el método calculado para quebrarnos por dentro. El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida. Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio”, diagnosticó.
Tercera parte: lo que se hizo

La coordinadora nacional del movimiento Vente Venezuela, quien fue diputada a la Asamblea Nacional (2010-2014) y precandidata presidencial en 2012, señaló que la oposición intentó todos los mecanismos de lucha para buscar un cambio político en el país. Desde elecciones y procesos de negociación desconocidos por el gobierno, hasta protestas reprimidas. “La esperanza se derrumbó, y con ella se fue apagando la fe en que algo pudiera cambiar”, comentó.
Sin embargo, afirmó que todo cambió cuando la Plataforma Unitaria Democrática convocó en 2023 a unas elecciones primarias para elegir no solo a su candidato presidencial, sino al liderazgo que conduciría a la oposición en ese camino. Apuntó que allí surgió la semilla para construir la organización ciudadana que luego sería clave en las presidenciales, haciendo campaña sin publicidad ni apoyo de los medios de comunicación tradicionales, pero conectando con la gente en cada viaje por carretera a pueblos olvidados por los políticos.

Relató un par de episodios que ilustran el cambio producido dentro de la ciudadanía en ese momento. Uno de ellos, en Nirgua (Yaracuy), donde conoció a una mujer que fue a apoyarla a pesar del temor por los aparatos de control social de su comunidad, pues tenía la esperanza de volver a su único hijo que había emigrado a Perú. El otro ocurrió en Delicias, un pueblo fronterizo del estado Táchira tomado por la guerrilla colombiana, donde sus habitantes la recibieron izando las banderas de Venezuela como acto de rebeldía contra esos grupos irregulares.
“Nuestros encuentros se transformaron en reuniones íntimas de miles de personas, donde nos abrazábamos, llorábamos y rezábamos. Comprendimos que nuestra lucha iba mucho más allá de una elección. Era una lucha ética, por la verdad; una lucha existencial, por la vida; y una lucha espiritual, por el bien”, indicó
Cuarta parte: lo que está pasando

Tras vencer en las primarias, Machado contó que enfrentó varios retos, como su inhabilitación para postularse en las elecciones presidenciales. Sin embargo, recalcó que en ese momento su causa ya trascendía lo individual, por lo que cedió su lugar a Edmundo González como candidato unitario de la oposición. Resaltó que a pesar de ser un desconocido, la población entendió que representaba todo el movimiento de cambio que se gestaba desde los partidos y la sociedad civil.
“Lo que comenzó como un mecanismo para legitimar liderazgos se transformó en el renacer de la confianza de un país en sí mismo. Ese día recibí un mandato, una responsabilidad que trascendía cualquier ambición personal. Entendí el profundo peso de la tarea que me había sido confiada”, comentó.

Al momento de anunciar a Machado como ganadora del Nobel, el Comité Noruego reconoció su trabajo organizando a la ciudadanía pacíficamente para las elecciones. Esto al liderar toda una estructura de testigos que permanecieron en los centros electorales, y soportando amenazas, ataques y persecución, reunieron las actas de votación que luego la oposición usó para argumentar la victoria de Edmundo González. En su discurso, Machado destacó el trabajo de conformación de la Red 600K y todos los desafíos que enfrentaron para defender el voto.
“Desplegamos escáneres, antenas de Starlink y computadoras escondidas en camiones de frutas para llegar a los rincones más remotos del país. La tecnología se convirtió en una herramienta para la libertad. Las sesiones de entrenamiento se hacían en secreto, al amanecer, en salones prestados por las iglesias, en sótanos y en cocinas, con materiales impresos que cruzaban el país de mano en mano, como si se tratara de una operación de contrabando”, narró.

A pesar de la gesta ciudadana lograda, denunció que la respuesta del gobierno venezolano fue la represión masiva. Los testigos electorales fueron perseguidos, exiliados o encarcelados, familias enteras marcadas por haber votado contra Nicolás Maduro y más de 2 mil personas detenidas en los días posteriores a la elección. Alertó sobre los crímenes de lesa humanidad documentados por las Naciones Unidas, que incluyen torturas, violencia sexual y adolescentes presos irrgularmente.
Quinta parte: lo que se hará

“Aun así, el pueblo venezolano no se rinde. Durante estos 16 meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada, preparándonos para una transición ordenada hacia la democracia. Así llegamos hasta el día de hoy, en el que resuena el clamor de millones de venezolanos que ya sienten cercana su libertad”, afirmó Machado, ahora desde el exterior.
Precisó que toda la experiencia de lo vivido en Venezuela enseña que la democracia es esencial para la paz, y que para obtener ambas es necesario actuar y conquistarlas. “El principal aprendizaje que los venezolanos podemos compartir con el mundo es la lección forjada a través de este largo y difícil camino: si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad”, sentenció.

Sintetizó que la causa de Venezuela trasciende fronteras, pues sus implicaciones actualmente repercuten en toda la humanidad. Por eso instó al mundo a no darle la espalda a la situación del país, y a quienes se mantienen luchando, a reconectarse con la esencia del ser venezolano para levantar la libertad día a día, encontrando en el amor la chispa de valentía necesaria para actuar.
“Solo al alcanzar esa coherencia interior, esa integridad vital, logramos estar a la altura de nuestro destino. Solo entonces llegamos a ser quienes realmente somos y podemos vivir una vida que valga la pena vivir. En esta larga y dura travesía, los venezolanos hemos ganado certezas del alma, verdades profundas que le han dado un sentido trascendente a nuestras vidas y que nos preparan para construir un gran futuro en paz. Por eso la paz es, en última instancia, un acto de amor. Y ese amor ya ha puesto en marcha nuestro futuro”, declara.
Sexta parte: Hacia dónde vamos

Machado cerró su discurso con una visión de la Venezuela que le gustaría ver tras una eventual transición hacia la democracia. Habló de reencuentros, no solo con los seres queridos que emigraron y regresarán al país, sino también con los presos políticos que serán liberados en los primeros días. “Al final, nuestro viaje hacia la libertad siempre ha vivido dentro de nosotros. Estamos regresando a nosotros mismos. Estamos regresando a casa”, dijo.
“Veremos a las abuelas sentar a sus nietos en sus piernas para contarles historias, no de héroes lejanos, sino del valor de sus propios padres. Veremos a nuestros estudiantes debatir con pasión, sin miedo, con sus voces al fin libres. Volveremos a abrazarnos, a enamorarnos, a oír nuestras calles llenas de risas y de música. Todas las alegrías simples que el mundo da por sentadas volverán a ser nuestras”, pronosticó.

Finalizó agradeciendo a todas las personas que la han acompañado en el camino. Los líderes mundiales que han apoyado desde afuera, a su equipo político, a su familia. También rindió homenaje a sus compañeros de lucha, a los defensores de derechos humanos, a los periodistas, y a los presos políticos.
“A los millones de venezolanos anónimos que arriesgaron sus hogares, sus familias y sus vidas por amor. Ese mismo amor del que nace la paz, el que nos sostuvo cuando todo parecía perdido y que hoy nos une y nos guía hacia la libertad. A ellos pertenece este honor. A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro”, reconoció.
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